domingo, 7 de julio de 2024

La columna del "Devolucionario" - REFRESCANDO LA MEMORIA I

 Por: Richard Campos. “El Devolucionario”

Una falsedad repetida en la historia reciente de nuestro país, es que la izquierda “obligó” a la última dictadura militar a convocar las elecciones de 1980. Falso, señor. La izquierda vivió feliz en esa dictadura. Velasco les entregó sindicatos, como el Sutep o la parasitaria Federación de Empleados Bancarios (FEB) La izquierda solo se manifestó contra los militares, cuando Velasco fue defenestrado por Morales Bermúdez, quien luego entregó el poder a los civiles. Lamentablemente, convocó a la Asamblea Constituyente de 1978, que parió el mamotreto socialistoide llamado Constitución de 1979, para plasmar los “logros revolucionarios". Esa Constituyente, estuvo integrada por el Apra, la izquierda y el PPC, que apoyó al Apra para que su histórico líder Víctor Raul Haya de la Torre, la presidiera. Pero, fueron el Apra y la izquierda quienes la redactaron, iniciándola con una declaración de derechos y no con la especificación de la estructura estatal, como debió ser. En 1980 los candidatos punteros fueron Armando Villanueva, del Apra y Fernando Belaunde de Acción Popular. Este último, presidente depuesto por Velasco, la aciaga madrugada del 3 de octubre de 1968, fue repuesto por pueblo peruano. Pero las esperanzas, se acabaron pronto. En 1985 la situación era crítica. La inmensa deuda externa generada por el velascato, se aunaba a la destrucción del aparato productivo por la apocalíptica guerra de aniquilación que desató la extrema izquierda de SL&MRTA y la atosigante improductividad de 168 empresas estatales que hundían la economía. La campaña electoral de 1985 nos sorprende con Luis Bedoya Reyes del PPC y el joven diputado aprista, Alan García Pérez de 35 años. Lo normal era votar por Bedoya, un culto y exitoso político, recordado como el mejor alcalde de Lima, conocido por sus técnicos y admirado por su temple para enfrentar la difícil situación del país. Pero el país eligió a García, un joven charlatán, ignorante de la economía y labia “histórica y revolucionaria”. En 1985 nació "el electarado". Alan era el típico socialista de quinta, que culpaba a EEUU, a la banca privada y al FMI de nuestra debacle, así que su primera medida fue negarse a pagar la deuda externa. Luego de ese monumental “cabeceo internacional”, empezó a regalar el dinero del Erario, logrando que para 1987, las reservas se esfumaran. Entonces, se le ocurrió raquetear el ahorro ciudadano, estatizando la banca y como no lo logró, creó “La Maquinita” una inmensa falsificadora “legal” de billetes en el BCR, que produjo entre 1989 y 1990 el Aprocalípsis, la segunda hiperinflación más dramática de la historia de la humanidad. Para 1990 estábamos en quiebra y había que pagar la planilla del elefantiásico Estado velasquista, aún vivo y con onerosas empresas estatales arraigadamente quebradas. Los sindicatos extorsionaban al país con paros. Sendero y el MRTA habían acrecentado la apocalíptica bestialidad de su ataque al país, iniciando el cerco a Lima. Las elecciones se debatían entre Mario Vargas Llosa y un desconocido outsider: Alberto Fujimori. Se suponía que debíamos votar por Vargas Llosa que prometía el shock y liberalizar la economía. Pero el electarado, de escasos 5 años de edad, eligió al outsider que prometía el “no shock”. Pero ni bien ganó, aplicó el shock, del programa vargasllosiano y gobernó sin partido. Y con eso, empezó una insana costumbre nacional, el destructivo y estúpido odio a los partidos y simultáneamente, la aparición de “outsiders mesías”, impresentables arribistas y pelagatos angurrientos, subidos a destartaladas combis electorales, que al final, resultaron bandas organizadas de criminales.

Continuará ...





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